El logotipo lo habían hecho hace muchos años, los colores iban cambiando según la imprenta, y en redes sociales cada publicación parecía pertenecer a un negocio distinto. A pesar de tener una gran historia detrás, la imagen de su marca no contaba nada. No emocionaba. No conectaba. Nadie la recordaba.
Vivimos rodeados de marcas. Algunas se nos quedan grabadas con solo verlas una vez. Otras, por muy buenas que sean, se diluyen en un mar de opciones. ¿La diferencia? Una identidad visual sólida y coherente.
No se trata de hacer un logo bonito. Se trata de traducir lo que eres —tu historia, tu carácter, tu propósito— a un lenguaje visual que se entienda, que emocione y que se repita en todos los puntos de contacto con tu público.
Volvamos a Marta. Trabajó su marca desde la raíz: definiendo qué quería contar, a quién quería llegar, qué sensaciones debía transmitir su marca. A partir de ahí llegó el diseño una identidad que la representase de verdad. No solo el logotipo, sino también los colores, las tipografías, el estilo fotográfico, las etiquetas, el tono de voz. Todo hablaba el mismo idioma.
El resultado fue más que un rediseño. Fue una revelación. Por fin se reconocía en su propia marca. Y lo mejor: sus clientes también.
Cuando tu identidad es clara, consistente y emocional, ocurren cosas:
En Ruxe Branding llevamos tiempo ayudando a negocios como el de Marta. Marcas locales, auténticas, que quieren crecer sin perder su esencia. Nos gusta trabajar desde la cercanía, escuchando con atención y proponiendo soluciones que no solo sean bonitas, sino que tengan sentido.
Porque cada marca tiene una historia. Y la nuestra es ayudarte a contar la tuya.
En Ruxe Branding te ayudamos a construir una identidad visual que conecte, emocione y deje huella.
📩 Escríbenos y empecemos a trabajar en tu historia.
¡Envíanos un mensaje y hagamos algo grande juntos!
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